2010 lunes 4 de octubre
Martha
Me preparé para la fiesta; hacía frío y me abrigué con un tapado negro, bastante largo y cerrado hasta el cuello. Lista para salir, Laura, amiga de mi hija, al verme así vestida dijo- Martha, parecés una Monja-
- Si. Le dije al mirarme al espejo y no le dí importancia.
Hace años comenzamos a reunirnos en la casa de Norma para festejar el DÍA DE LAS BRUJAS o HALLOWEN. Durante una época el atuendo obligatorio era brujeril, a veces bastante horrendo. Cada una estimulaba su creatividad para que la fiesta fuera divertida. Años después hubo modificaciones: decidimos cambiar la temática pues al cabo de un tiempo "las brujas" se tornaron aburridas y al aumentar el número de los participantes, permitió mayor diversidad.La consigna que se estableció fue que cada uno eligiera su disfraz y en la fiesta representara algo alegórico.
En esta oportunidad opté por el personaje de gallega y para ello me armé de inspiración y paciencia para parecer una galaica.
Vestí una pollera roja, con franjas negras y puntilla al borde, blusa blanca, delantal negro bordado, que ya había utilizado mi hija. No quise usar el mantón de Manila que heredé de mi vieja y me decidí a ponerme un “fichú”, prenda que mi abuela cosió y bordó a mis diez años, para un baile escolar. Es una especie de pañoleta que cruza sobre el pecho y ata a la espalda; ahora, después de tantos años, solamente pude cruzarlo sobre el pecho y sostener a los lados con alfileres.
Se complementaba el artificio con zapatos negros, medias blancas y pañuelo negro atado a la cabeza con un prendedor alusivo con la concha compostelana.
No olvidé llevar las castañuelas.
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