miércoles, 6 de octubre de 2010

Carta a un colega

            Ante todo, disculpá si te ofende que te llame así. No encuentro otro modo de hacerlo. Qué triste que me siento cuando no puedo volver a decir: querido amigo.
No hace mucho, sentí un escalofrío, la piel se me erizó y mis palpitaciones se aceleraron. Supe que ya sos todo un profesional de la comunicación; y cuánta alegría me da. Me sentí tan alegre.
Dos años pasaron de aquella vez en que tu mirada dejó de reposar en la mía. Imposible no querer rememorar cuanta desazón siento cada vez que el tiempo marca un minuto más de nuestra distancia que hoy, ya es costumbre. Sin embargo, te siento cerca. Suelo escuchar de vos e imprevisiblemente recobro mis ansias por volver a encontrarte. Ya sabrás como soy de melancólica y añoro los versos en cada partitura que escribías para mí. Incesantemente los vuelvo a releer. 
Si supieras que mi responsabilidad hoy forma parte de hacer felices a madres y a niños, no me lo creerías. Quizá hubiera sido una buena oportunidad para llenar los placards de nuestros hijos de colores vivos y radiantes y crear vestuarios de príncipes y princesas, como habíamos soñado, pensaba.
Ante todo quiero contarte que no dejé de escribir, sigo fiel a mis propósitos. Soy toda una periodista con algunas falencias, ya que aún no encuentro algo que tenga que ver con lo mío en ésta difícil carrera. Pero estoy feliz, encontré un lugar que nunca imaginé. Me divierto, aunque no te voy a mentir; es un trabajo cansador.
Sé que nunca me imaginaste en este lugar, pero vos también sabes de qué se trata. Lo viviste y no sé si tengo aptitudes para la venta, pero me defiendo. Hice muchas amigas que reconocen mis esfuerzos y además, confían mucho en mi y eso también me enorgullece.
El otro día caminé cerca de aquel banquito de plaza sobre Marcelo. T y me hizo recordar tu voz, tu mirada, y las ganas de estrecharnos uno con el otro en un abrazo fuerte e interminable. Era el momento en el que vos y yo habíamos decidido cambiar un instante de nuestras vidas.
En todo momento las palpitaciones de mi corazón se aceleraban al ritmo que al tuyo. El viento nos golpeaba fuertemente y mis lágrimas comenzaban a caer como pequeñas gotitas que luego se volvieron interminables.
Pronto y si todo sale bien voy a dar mi tesis y me entusiasma mucho. Siento unos nervios que no te puedo explicar. Comienzo a preocuparme, pero la voy a defender con uñas y dientes si es necesario, y voy a dejar todo de mí, de eso estoy muy segura. ¿Vas a estar? Me encantaría.
Se me ocurrió, no hace mucho tiempo, volver a hacer publicaciones independientes. Me imagino una nueva revista o un emocionante programa radial. Sería una buena idea. La pasábamos tan bien cuando lo hacíamos. Extraño mucho a nuestros amigos; a veces me dan ganas de retroceder el tiempo atrás y volver a ser estudiante otra vez.
Me despido, la hora del almuerzo se acaba y en breve, vuelvo a mis responsabilidades. Es poco el tiempo que encontré para escribirte y es mucho lo que quisiera contarte. Espero volver a verte, y ojalá no sólo te encuentre cuando haya un cumpleaños en común de algún amigo nuestro. Sería lindo si compartimos un café. Quizá puedas en algún tiempito.

Seguiré pendiente de tus cosas. Nunca dejé de hacerlo.

Besos grandes

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